Qué bien sienta hacer un alto en el camino. Parar la rutina, dejar atrás las responsabilidades, no pensar en las cosas pendientes, ni en las que hemos hecho y de las que estamos esperando los resultados. No coger el teléfono, dejar la pantalla en negro, no responder al timbre, y olvidarnos del paso del tiempo.
Un único objetivo en mente, gozar y sentir. Sentirte, dentro, caliente. Unos minutos, un tiempo precioso, en el que realmente no sé si estoy viva o muerta ...
Más rico aún cuando es totalmente imprevisible, cuando no hay tiempo para nada, cuando la prisa es propietaria de nuestras vidas, y aún así desafiamos a la realidad y retomamos el timón, el rumbo de un viaje hacía el bienestar.